Nos escuchamos

Clara compartió nuestro documento

Hace 40 años la vida en este mismo lugar era otra. Se estaba produciendo un cambio. Algo estaba madurando. Sin saberlo aún la vida de muchas personas estaba involucrada en una propuesta de cambio para la sociedad. Resulta que era para que esa sociedad sea más justa, más solidaria, más amplia, y mejor para vivir.

Es así que los sábados y domingos este barrio cambiaba su tranquilidad cotidiana y se transformaba en un hervidero de personas en actividad. Niños desde la más corta edad hasta gente mayor, pasando por grupos juveniles, grupo universitario, grupo misionero, grupo de matrimonios, y el grupo Scout compuesto por alrededor de 300 niños con sus dirigentes en sus ramas femeninas y masculinas.

Pero, que hacían todas esas personas agrupadas en diferentes acciones? 

Como hicieron para poder organizarse con un eje común en sus objetivos y en sus actividades?

Todo se inicia en el año 1962 con la llegada del Cura. Ese Cura era el Vasco, se llamaba Juan Vicente Bangochea. Venía de la parroquia San José. No venía solo, venía con el Gringo ese sacristán fiel y bueno que cuando se nos fue el Cura, murió de tristeza.

En aquella época, el Vasco comienza a juntar chicos, organizar campeonatos de Futbol y reuniones con niños. Entendía que había que empezar de abajo, con los más chicos. Empieza a juntar a las niñas también a partir del catecismo y con las catequistas de entonces.

Así esos grupos de niños y niñas crecieron, se juntaron en grupos juveniles de adolescentes y empezaron a moldear sus espíritus. A la luz de documentos que la Iglesia empezaba a producir y que cambiaron radicalmente los pensamientos de la época. Los Documentos del Concilio Vaticano II y luego los Documentos de Medellín fueron motivo de estudio y acciones. Ese fue el incentivo que produjo el compromiso de esos jóvenes que iban creciendo a la luz de un hombre nuevo que allí junto con ellos estaba naciendo.

Entonces ese pequeño grupo de jóvenes que no eran mas que 20 decidieron empezar a comprometerse con la comunidad que los reunía y que les permitía formarse a la luz del evangelio. Es así que se abrieron primero al barrio, y luego a la ciudad en general y produjeron movidas que atraían mas y mas jóvenes. Entonces la rueda se hizo imparable.

La actividad fue intensísima con campamentos, reuniones de formación, actividades diarias, misiones en Neuquen, actividades barriales, siempre bajo la supervisión del Vasco y también en muchas oportunidades discutiendo con él lo que íbamos interpretando de los Documentos de la Iglesia que marcaban el camino.

Los adolescentes fueron creciendo. No solo en edad sino también en formación y en saber por donde iba el camino. Los documentos de Medellín eran su eje de formación. La iglesia, o por lo menos una parte importante de ella, incentivaba el ejercicio de estas acciones.

Ahora eran jóvenes trabajadores y universitarios. Formados de acuerdo a los valores que la Iglesia misma proponía.

En ese devenir algunos de esos jóvenes comienzan a tomar un compromiso político entendiendo que el peronismo encarnaba en ese momento los valores aprendidos. Entonces comienzan a militar en organizaciones barriales, universitarias y de trabajadores poniendo en práctica lo que de a poco habían aprendido.

Es así que dentro de sus lugares de militancia encuentran los carriles donde poner directamente en práctica todo lo madurado en sus años de grupo juvenil. Su formación los llevó a humanizar la militancia política ocupando lugares  dentro de las organizaciones políticas donde militaron.

Algunos de esos compañeros que entendieron que el compromiso religioso era la militancia política, fueron alcanzados por la mano larga y atroz de esa Dictadura Civico Militar que nos alcanzó a todos. Algunos aún están detenidos-desparecidos, ellos son: Alicia Larrubia, Nora Larrubia, Susana Larrubia, Elisa Triana, Diego Salas, y Eduardo Ricci. Ellos son nuestros mártires. Y el porqué de este homenaje

Otros compañeros sufrieron la cárcel, Beatriz Horrac, Adela Barraza, Gustavo Naser, Néstor Busso…….

y…..otros muchos el exilio interno (no pudieron irse fuera del país) y otros muchos lejos de la patria. Todos obligados por el enorme poder de ese terrorismo de estado que nos puso la peor dictadura de que se tenga noticia.

Esa dictadura quiso eliminar lo mejor que teníamos, nuestros amigos. Efectivamente eliminaron a los que pudieron, creyeron que de esa forma se eliminaba todo. No contaron con el fermento que quedó. Empezaron la madres y abuelas valientes, de a poquito, de a poquito, la sociedad en general fue entendiendo. Hubo idas y venidas del poder político. Pretendieron borrar de un plumazo la responsabilidad de los estamentos militares con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Pero gracias a la militancia de las diferentes organizaciones de derechos humanos y al Estado en estos últimos diez años esto se pudo revertir y hoy se encuentran procesados y muchos ya condenados por los crímenes que cometieron

Por todo eso, y a pesar del tiempo transcurrido queremos decir que ellos nuestros compañeros y amigos aún están entre nosotros.

Que siempre van a estar.
Que los queremos con el alma.
Que fueron buenos.
Que son nuestro ejemplo.
Que la vida hoy nos puso en este lugar para recordarlos.
Que nunca hubiéramos querido estar aquí y en esta circunstancia.
Que los queremos con el alma.
Que siempre van a estar.

Adela tomó la palabra

En el año 1969 llegamos, mi familia y yo, a la parroquia para bautizarnos y comenzar nuestra vida cristiana. Yo tenía 12 años. 

Después de la primera comunión, el Vasco Juan Bengochea, párroco por esos años, proponía la catequesis de perseverancia, o sea lxs chicxs seguíamos participando y formándonos. En este grupo nos acompañaba Susana Larrubia. Después de reflexionar sobre el Evangelio organizábamos alguna actividad según lo profundizado: visitábamos a lxs pequeñxs en la Casa Cuna; otras veces, a los chicos del hogar-asilo Cristo Rey de la calle 38 y 22. Les preparábamos el festejo del día del niño o simplemente íbamos a jugar y compartir una merienda. 

Cuando se formaron los grupos de guías y scouts, seguimos participando en estos nuevos espacios, tratando de encontrarnos con Jesús en la vida cotidiana y, siempre, intentando prestar algún servicio a todxs lxs hermanxs, en particular lxs más vulnerables. 

El barrio de la parroquia no era un barrio humilde pero había fami!ias con problemáticas sociales y carencias económicas. Para ese entonces la comunidad parroquial estaba organizada en diferentes grupos, cada cual se incorporaba según su voluntad poniendo en práctica lo que íbamos madurando. Me anoté en el área social y me ofrecí para ayudar con las tareas escolares en la casita de Caritas sobre la calle 23. Venían lxs hijxs de María, una familia que vivía muy cerca de la parroquia. 

Allí conocí a Alicia Larrubia… mujer maravillosa, tan tan generosa y atenta al prójimo…un Jesús encarnado verdaderamente, mamá de Nora y Susana. Las tres hoy DETENIDAS DESAPARECIDAS. Eran parte de esta misma comunidad parroquial. 

El Vasco, que siempre estaba atento a lxs vecinxs del barrio, también me propuso, por esos días, ir a visitar a doña Pepa, una señora muy mayor postrada, en la cama, por falta de una silla de ruedas. Este Jesús que andaba tan cerca nuestro y no sabíamos descubrir. 

Ya para esa época me integré al grupo misionero, creado para acompañar a don Jaime De Nevares, primer obispo de Neuquén y al curita misionero Antonio Mateos a la cordillera. Jesús, nuevamente, se nos ofreció con la humildad y el cariño del pueblo mapuche. 

La comunidad crecía en cantidad de personas y en servicios. Otros hermanos que ya entraban a la universidad o comenzaban sus primeros pasos laborales fueron encauzando su compromiso cristiano en militancia política. Es imposible buscar a Jesús en la vida cotidiana sin imaginarla en un proyecto de patria más justa, libre y soberana, donde todxs sean cuidadxs y tengan oportunidad de una vida digna con trabajo, vivienda, educación.  

Se desata el terrorismo de estado, la persecución a todo tipo de militancia y proyecto de justicia, en nuestro país y en el resto de Latinoamérica. El 5 de abril de 1976 nos secuestran a Gustavo Naser, Beatriz y a mí. Al cabo de un par de días Gustavo es liberado tras un simulacro de fusilamiento y a Beatriz y a mí nos llevan a la cárcel de Olmos y luego a Devoto. Al resto de la comunidad lxs echan de la parroquia pero siguen reuniéndose y apoyándose desde sus casas. 

Tres años después, ya en libertad. Gustavo y yo formamos una familia, siempre siguiendo ese camino de construcción de un mundo nuevo, solidario y compartido. 

Con nuestros cuatro hijos nos mudamos a las sierras de Córdoba. Allí lo cotidiano de la vida, participamos de cooperadoras escolares, comisiones de fútbol infantil, pequeños ámbitos de la sociedad pueblerina. 

Después de la hecatombe del 2001, desde la parroquia del pueblo participamos de una sopa comunitaria, formamos las comunidades eclesiales de base, en barrios de Santa Rosa de Calamuchita. Nos integramos al grupo de vecinxs  autoconvocadxs y trabajamos para mejorar la disposición de los residuos domiciliaros, organizamos la catequesis, – formación de niños y adultos en el Evangelio -, intentamos dar contención social a lxs más necesitadxs. Seguimos soñando los proyectos comunitarios aprendidos y madurados de la mano de Vasco, de Alicia y Susana… de las compañeras de cárcel durante ese tiempo, también. 

Con el paso del tiempo nos vinimos a vivir a ese mismo barrio.  Aquí fuimos construyendo la comunidad de base San Cayetano. En el saloncito comunitario funcionó una escuelita de malambo, se daban clases del Programa FINES de alfabetización de adultos y otro de secundario para que lxs vecinxs puedan terminar el secundario. También atendía la ANSES en sus visitas mensuales cuando la municipalidad no les daba lugar. Esta gestión fue muy importante pues facilitaba los trámites sobre prestaciones a las familias. Estamos a 60 km de la agencia más cercana y por entonces no se hacían trámites por internet. 

Durante estos años conocimos a miembrxs de la Fraternidad Carlos de Faucould. Su forma de vivir es la misma que aprendimos en la parroquia Nuestra Señora de las Victorias… y al igual que nuestra comunidad, ellxs también recuerdan a sus mártires, laicxs y religiosxs, detenidxs desaparecidxs, asesinadxs, perseguidxs testigos fieles del Evangelio.  

Mercedes dio a conocer la carta de su papá

Juan Carlos nos trajo un mensaje

Neuquén, 14 de junio de 2014

Queridas y queridos hermanas y hermanos. Amigos todos.
Desde este Neuquén lejano, quiero pedirles que me permitan abrazarlos, en esta tarde de Memoria, para celebrar juntos la VIDA.
No puedo estar ahí con ustedes, porque ahí, y de muchos de ustedes, aprendí que uno debe estar donde el compromiso nos pide estar. Pero no podía negarme el gusto y la alegría de gritar con Uds que la VIDA siempre puede ser más que la muerte. Y esta memoria que estamos celebrando nos da la razón. No hace falta hacer nombres, porque sus rostros resplandecen en cada rayo de luz que ilumina esta tarde de barrio en La Plata memoriosa.
Con ustedes quiero y necesito gritar que todo lo vivido en ese bendito lugar fue una siembra tan fecunda que a 40 años de haberla vivido hoy sigue dando frutos en muchos surcos, en muchas vidas.
Con ustedes quiero y necesito gritar que los que pagaron con su vida la opción por el otro, son ciertamente nuestros mártires, semillas de nuevas personas y de personas nuevas. 
Con Ustedes quiero y necesito gritar que esa Iglesia quiso y quiere Jesús, que plasmó el Concilio, que fecundó Medellín y que surgiera en La Victoria –más allá del clero negador de vida- sigue viva en cada uno de los creyentes que elegimos la vida de todos y para todos como manera de adorar al Dios Viviente.
Con ustedes quiero y necesito gritar que habrán podido desaparecer a los mejores de los nuestros, asesinar a los que tanto queremos, detener y torturar a quienes nos honraron con su dignidad, hacer sufrir a tantos que resistieron el miedo y vencieron la cobardía convirtiéndose en servidores hospitalarios del Jesús que necesitaba refugio en cada uno que era perseguido…

PERO NO PUDIERON VENCER LA VIDA QUE HEMOS RECIBIDO EN ESE LUGAR DE ENCUENTRO QUE HOY USTEDES VUELVEN A CONSAGRAR COMO SAGRADO.

Alguien dijo hace pocos días, pensando en esta Memoria que estamos celebrando: “¡qué lindo sería hacer una misa!”.
Toda misa es gratitud y compromiso. Y esa Misa se está celebrando hoy, aquí. En el mejor Altar, que es el corazón de cada uno de ustedes, el altar del pueblo. Donde se ofrece el pan de la Vida de los que supieron vivir como personas que amaban al otro. Y también el vino en la sangre derramada, y en la que quedó en la copa solidaria con el que buscaba esquivar el calvario armado por los artesanos de la muerte. Y así esta ofrenda, ese pan y ese vino, se hace redención para que la dignidad de todos vuelva a ser el pan de cada día que a nadie le falte.

Permítanme comulgar en esta MISA POPULAR, ABRAZANDOLOS CON GRATITUD Y RENOVANDO EL COMPROMISO DE AMAR LA VIDA, CON TODOS Y PARA TODOS.

  Rubén Capitanio

Lxs hijxs leyeron la carta de Susana

“ (…) siempre traté de tener una actitud de servicio como ustedes me enseñaron y me exige mi fe (…) hace mucho iba al asilo, después al hospital de Niños, después con el grupo de la Parroquia a dos asilos y también abrimos el grupo de guías y alitas para marcarles en lo posible el mismo camino de servicio al prójimo. (…) empezamos a leer los documentos de Medellín (…) se desprende que hay países que explotan a otros y que esa injusticia debe ser combatida por los cristianos (…) comencé a comprender que el compromiso mío tenía que ser con mi Patria (…) entendí que ayudar a los pobres como lo hacíamos ayudaba pero nada más que en ese momento y que siempre iba a seguir la cosa así, entonces hay que cambiar el sistema, hacerlo más justo (…) Por eso entiendo que esa política tiene que ser reemplazada por otra y esa otra yo entendí que tenía que ser el peronismo porque era lo que había dado más justica para los pobres hacia quién siempre Jesús tuvo preferencia (…) empecé a ir a un barrio donde había una guardería, les dábamos la leche y la cena (…) también puse inyecciones, tomé la presión y así pude ver bien de dentro la miseria en la que vive mucha gente.(…) decidí irme a vivir al mismo barrio (…) la piecita donde yo iba a vivir era de chapa de cartón y una sola parte estaba forrada de madera, ellos me ayudaron con el resto (…) seguí estudiando, trabajando  y haciendo lo posible para mejorar las condiciones en el barrio (por ejemplo, pusimos el agua en más de 70 casas). Todos me aprecian mucho y todos acuerdan con lo que nosotros defendemos, la gente es muy buena, me ofrecen de todo desde agua (porque yo no tenía) hasta comida que a ellos nunca le sobra. (…) Yo tengo muchas ganas de verte y abrazarte muy fuerte y llorar sobre vos pero me las voy a aguantar (…) quiero algo mejor para todos y estoy convencida de que vamos a llegar algunos con vida y libres, otros presos y otros en la memoria de muchos pero vamos a llegar.
Muchas fuerzas y que Dios nos ayude. Un beso muy grande.

Susana Larrubia, 31 de marzo de 1976

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