Reflexiones
Todo está guardado en la memoria
En los años 60 y 70 la vida en este mismo lugar era otra. Se estaba produciendo un cambio. Algo estaba madurando. Sin saberlo aún la vida de muchas personas estaba involucrada en una propuesta de cambio para la sociedad, para que esa sociedad sea más justa, más solidaria, más amplia, y mejor para vivir.
En ese devenir algunos de esos jóvenes comienzan a tomar un compromiso político entendiendo que el peronismo encarnaba en ese momento los valores aprendidos. Entonces comienzan a militar en organizaciones barriales, universitarias y de trabajadores poniendo en práctica lo que de a poco habían aprendido.
Es así que dentro de sus lugares de militancia encuentran los carriles donde poner directamente en práctica todo lo madurado en sus años de grupo juvenil. Su formación los llevó a humanizar la militancia política.
Algunos de esos compañeros que entendieron que el compromiso religioso era la militancia política, fueron alcanzados por la mano larga y atroz de esa Dictadura Cívico Militar y lamentablemente también Eclesial que nos alcanzó a todos. Algunos aún están detenidos-desparecidos, ellos son: Alicia Larrubia, sus hijas Nora y Susana Larrubia, el matrimonio de Elisa Triana y Diego Salas, Eduardo Ricci, que había venido desde Bahia Blanca a estudiar a La Plata y Federico Bacchini, sacerdote. Ellos son nuestros mártires. Y el porqué de este homenaje
Otros compañeros sufrieron la cárcel, como Beatriz Horrac, Adela Barraza, Gustavo Naser, Néstor Busso, y otros muchos el exilio interno, algunos y algunas lejos de su patria.
Esa dictadura quiso eliminar lo mejor que teníamos, nuestros amigos.
Efectivamente eliminaron a los que pudieron, creyeron que de esa forma se eliminaba todo. No contaron con el fermento que quedó, con que la Verdad siempre pugna por salir a la luz. Empezaron las Madres, las Abuelas, los Familiares, y progresivamente, la sociedad en general fue entendiendo y acompañando. Una lucha constante, siempre pacífica, marcando un camino de respeto a la Vida, aún la de los culpables del destino de sus hijos/hijas, familiares.
Hubo idas y venidas del poder político. Pretendieron borrar de un plumazo la responsabilidad de los estamentos militares con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Pero gracias a la militancia de las diferentes organizaciones de derechos humanos y al Estado, sobre todo a partir del 2003 con la llegada de Néstor y luego Cristina todo esto se pudo revertir, y hoy se encuentran juzgados y condenados por los crímenes que cometieron, oportunidad que ellos no le dieron a sus víctimas.
Han transcurrido 40 años desde que comenzamos a vivir en democracia, han nacido nuevas generaciones que no saben, no quieren saber o a las que no se les permite saber esta parte de la historia y por ello son presa fácil de discursos violentos.
Quienes hemos vivido las consecuencias de la violencia, del poco respeto a la Vida no podemos silenciarnos y tenemos la obligación de recordar la historia, de volver a las fuentes del Hombre Nuevo, activo, solidario, que pretenda para los demás lo mismo que para sí mismo.
Mientras estemos recuperando los valores por los que nuestros compañeros y amigos han dado su vida, ellos aún están entre y con nosotros.
Memoria del futuro: lxs nietxs
Piezas rojas
Piezas rojas que brillan
con la intensidad de aquellos que alzan su voz,
Piezas rojas que se encastran,
con la solidez de aquellos que construyen una realidad nueva.
Piezas rojas que se tejen,
como fuertes hilos de una red sin fin para contener el mundo.
Piezas rojas que transforman,
desde la acción individual, como potente motor que impulsa
la acción colectiva hacia un horizonte de cambio.
Cada pieza, una esperanza,
Cada pieza, una memoria del pasado
y, porque no, una memoria del futuro,
que nos recuerda vivir con intensidad y fuerza,
para encastrarnos y transformar.
Que estas piezas que brillan y se tejen
nos guíen para seguir luchando
por un mundo nuevo.
Pensamos juntxs
Rubén Capitanio vivió como seminarista en la parroquia Nuestra Señora de la Victoria mientras cursaba en el Seminario de La Plata, se incorporó a la vida parroquial, donde dice “que aprendió a vivir como cristiano y futuro sacerdote”. Se ofreció como mediador durante el motín en la cárcel de Olmos en 1973. Se ordenó en 1975 y el 4 de agosto de 1976 el Arzobispo de La Plata, Monseñor Plaza, le advirtió que no durmiera en La Plata. Desde entonces sirvió en la Diócesis de Neuquén. Declaró ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata en donde dijo que “la Iglesia es responsable de las vidas que no salvó durante el último proceso militar. La Iglesia es una de las madres que no buscó a sus hijos… tuvo una conducta dolorosa y hasta que no reconozcamos este comportamiento seremos una Iglesia infiel. Evitó estar cerca de los crucificados y no de los crucificadores”.